Os voy a contar lo que me ha pasado esta mañana. Hoy, día 5 de julio, publican en mi universidad las notas de la convocatoria extraordinaria. No sé si sabéis, pero yo estudio Ingeniería de Telecomunicaciones. Este año tan solo tenía una asignatura pendiente para la convocatoria extraordinaria. Una de estas asignaturas que no te gusta ni un poquito y que casi nadie se prepara debido a su dificultad. Según las personas que están más avanzadas en la carrera es la más difícil de todas.
El caso es que yo llevaba un mes estudiando esta asignatura. Un mes entero con esta asignatura, más que suficiente, creo yo. Hice el examen el 1 de julio y salí contento, pensaba que el examen estaba apto, sobretodo viendo a mis compañeros de clase que casi ninguno se había preparado la asignatura.
Pues ni mucho menos, finalmente he suspendido la asignatura y me he llevado una gran decepción. Hasta que me he parado a pensar mientras leía un libro y he llegado a una conclusión.
Por mucho que te esfuerces y pongas empeño, no siempre salen las cosas como esperas. Ante el resultado obtenido, puedes mirarlo de forma negativa. Pensando, podría llevar un mes de vacaciones y no haberme esforzado ni un poquito en estudiar la asignatura en cuestión, ya que es un tostón.
O hacer una vista mucho más panorámica y decir: "Joder Samuel, que has aprobado todas las asignaturas menos una y te has quedado muy cerquita de aprobarlas todas, 9 de 10 he aprobado exactamente". ¿Quién te lo diría hace dos años, cuando aprobé en el primer año que entré a la universidad 3 asignaturas de 12? Sí, lo has oído bien, 3 de 12.
Entonces saco una conclusión de esta reflexión: No siempre salen las cosas como esperamos, y ante esta situación puedes frustrarte, o bien hacer una vista general y compararte con cómo estabas hace un año, ver lo que has evolucionado y lo mucho que te has esforzado. Porque el resultado muchas veces no depende de ti, lo que sí que depende es el esfuerzo que le pongas.
Espero que tengas una buena semana,
Samuel.